No
sé muy bien como acabé en aquel antro...
Olía
a ron y tabaco... (como yo)
Todo
se movía a una extraña lentitud, como si el tiempo se hubiese
vuelto loco.
Y
yo ahí, plantada en mitad de aquel asqueroso y sucio lugar...
Tomé
una silla y me desplomé sobre ella. La mesa estaba pegadiza, y tan
solo pude alcanzar a ver la cara (distorsionada) de un joven mozo,
que parecía ser el camarero.
Al
pensar en lo que iba a tomar, recordé que venía haciendo toda la
noche...
Me
refugié en el alcohol... Necesitaba olvidar...
Y
entendí, porqué todo se movía así de lento...
Llevaba
desde las seis de la tarde, con una copa en la mano... pero no una...
sino una detrás de la otra. Y ahora eran las once y pico de la
noche.
Creo
que voy borracha como una cuba... sí... creo no.... voy muy
borracha.
Y
he ido a parar aquí sin saber como demonios he llegado.
Pido mas ron... y noto la cara de asco que pone el camarero. (debo estar espantosa) Pero, ¿y qué? Estaba harta de complacer al mundo...
Por
una vez, no me daba la gana de estar presentable, ni de guardar la
compostura. Hoy estaba fatal... y no me salía del moño aparentar
lo contrario.
Traen
el ron...(por fin)
Y
mientras sorbo con ansia la copa, comienzo de nuevo con la cantinela
mental que me atormenta...
Estoy
tan sola... tan sola... y triste...
Lo
bueno de este sitio es que la gente que se sienta en las otras mesas,
deben estar como yo... porque nadie esta sentado en parejas, y la
verdad es que todos miran a la copa, como si de ella fuese a salir la
solución a sus tormentas personales.
En
fin... me da igual la gente... yo aquí estoy tan jodida como ellos,
así que seguiré rebozandome en mis mundos y miserias.
De
repente una lagrima se me cae dentro del ron...
Mi
instinto filosófico rápidamente me hace entender, que si quiero
seguir llorando... siga bebiendo.
Y
sé que tiene razón... pero dejaré las filosofías para mañana.
Ahora ya es demasiado tarde...
Casi
no hay luz en este antro... pero si hay una diminuta tarima, que debe
ser un escenario o algo así, y un foco que tiene más años que mi
abuela. (que en Paz Descanse)
Agacho
la cabeza y la recuesto sobre mis brazos... cuando por mis oídos se
cuela un curioso sonido... no levanto la cabeza... quiero disfrutar
que mi estado de embriaguez me hace percibir todo con más
intensidad.
Es
un saxofón... eso seguro... pero es terciopelo para mis sentidos...
Las
notas son lentas... parece que se arrastren. Y cuando consiguen
salir, se vuelven puras seductoras... erizan mi piel... como si fuese
el tacto de una mano de hombre, acariciando mi espalda.
Es
sensual y a la vez amarga... tiene el dolor del desamor y la pasión
de un nuevo amante. Decido levantar la cabeza...
Un
hombre, que se medio apoya en la banqueta, es el causante de ese
mágico sonido.
Trato
de concentrarme en aquella hermosa melodía, pero el alcohol, que ya
ha causado sus estragos en mí, hace que llore como una imbécil,
cada vez que el saxo se queja entre notas rasgadas.
Los
hielos se han derretido en la copa y el color tostado de mi ron,
ahora esta mas bien color caqui, pero me da igual... creo que jamás
en mi vida me había sentido tan seducida por una melodía. Lo que
viene siendo “seducida”.
Y
mientras navego en mis pensamientos, alguien se sienta a mi lado. Hay
poca luz, y yo... bueno aunque no me he terminado el ron, creo que mi
estado de atención no es muy eficiente.
El
hombre que tocaba el saxo estaba ahí... a mi lado.
Supongo
que vio los miles de pañuelos que estaban esparcidos por mi mesa, me
miro a los ojos... mi mirada era una mezcla entre tristeza y
seriedad.
No
me conocía de nada y se atrevía a hablarme con los ojos de esa
manera.
De
una forma muy extraña, que no pienso explicar, entendí que esa
persona estaba ahí a mi lado hablándome con los ojos, por algo.
Que
no era un extraño a fin de cuentas y que aunque su cara no me era
familiar, su mirada no me resultaba del todo desconocida.
Miró
la copa... la retiró y se marchó.
Acto
seguido, enfundó el saxofón, se lo cargó a la espalda y se fue.
Quedé
tan perpleja, que la borrachera se me curó de golpe.
Volví a casa despacio, escuchando música... y pensando en esa mirada.
Me
estaba hablando con los ojos... y era aún más raro, pero sentí que
se metía dentro de mi mente y me decía... “Sigue... no te rindas”
Aquella
noche era crucial... estaba decidiendo si seguir o retirarme de mi
sueño. Me emborraché solo porque tenía tanta amargura dentro que
no sabía como paliarla, aunque solo fuese por un rato.
Y resulto demasiado... las palabras de aquel hombre en mi mente.
Al
llegar a mi casa, me reencontré con mi frustración...
Antes
de irme había destrozado a jirones mi más preciado traje... estampé
contra la pared varias fotos y rompí un par de zapatos con los que
solía entrenar. Me juré que jamás volvería a bailar...
Pero
no... no le volví a ver...
Fue
extraño, pero sentía que le echaba de menos...
Él
había plantado una semilla en mí... se metió en mi mente y con su
frase, me dejó sembrada ( y plantada).
Al cabo de unos meses de retiro... de intensa lucha interna... regresé a mi amado mundo...
Me
volvieron a temblar las manos al abrocharme los zapatos...
Pues dice mi Maestro,
“Cuando a una bailarina no le tiemblen las manos de emoción al abrocharse los zapatos... es su fin”
Pero
yo necesitaba alejarme... había sufrido mucho por varias situaciones
que sucedieron encadenadas. Y ni me temblaban las manos, ni me
respondía el corazón. Así que me alejé... para reinventarme.
Y
las palabras de aquel hombre... fueron de vital importancia.
Dejé
de aparecer por el antro...
Pero
en muchas ocasiones... cuando caminaba por la calle hacia mi trabajo,
cuando leía un libro en el autobús, o simplemente paseaba sin
rumbo... sentía su presencia. Como si él estuviese por allí y me
estuviese observando.
Y
lo cierto, es que la idea no me incomodaba en absoluto.
Regresé
a mi mundo de Baile... de amores y pasiones, bailadas en un abrazo
eterno.
Volví
a sentirme en paz conmigo misma y con el mundo.
No
sería ninguna estrella... no actuaría en grandes escenarios...
tampoco podría dedicar todo mi tiempo a mi pasión, dado que tendría
que seguir ganándome el sustento. Pero a mí me bastaba...
Era
una bailarina... mejor, peor, del montón... ¡¡¡qué mas da!!!
Lo
importante para mí, era seguir mimando a la niña que vivía en mi
alma... aquella niña que bailaba por la casa con una fregona en la
mano, gritando a los cuatro vientos que ella sería Bailarina.
Paso
un tiempo relativamente largo... mi pelo había vuelto a crecer.
Caminaba
por la calle... sonreía... me lo había pasado en grande. Habíamos
organizado una reunión de Bailarines... lo que solemos llamar
“Milonga” y me divertí bailando y charlando con mis amigos.
Hacía
una noche muy agradable... con el abrigo abierto, asomaba mi bonito
vestido negro, y mis tacones caminaban con mucha elegancia. Los
zapatitos de baile, son como tesoros y se llevan solo para bailar.
Cuando se termina, se guardan en su bolsita con cariño, hasta la
próxima.
A
lo lejos se veía llegar mi autobús, corrí hasta llegar a la
marquesina. Justo a tiempo.
Me
subí.
Debía
ser el ultimo, porque estaba yo, y un señor que se sentaba al final.
Me senté y mire las calles que atravesábamos.... pero de repente...
sentí en mi nuca una punzada... me sentí observada... y la
sensación no era incomoda... giré lentamente el cuello y aquel
señor me miraba...Abrazaba un gran bulto negro... como una funda de instrumento...
Entonces, y sin saber porqué, mis ojos se llenaron de lagrimas...
Me
levanté y él también...
En
la mitad del auto nos encontramos... El abrazaba la funda de su
instrumento y yo la bolsita de mis zapatos...
Me
sonrió y una lagrima se precipitó por mi mejilla...No hicieron falta palabras... como aquella vez...
Me miró con ternura y le dibujé una bonita sonrisa.
Con
todo mi cariño y ternura... Para ti. Ya lo sabes.
En
la madrugada del 5 de Febrero de 2013
Cuando una persona se queda con la mirada, que se clava en la tuya, es porque hay magia.
ResponderEliminarA veces encontrarla en la calle, en un bar... incluso en el fin del mundo.
Esta historia tiene algo que llega a la fibra. Como esas notas musicales que toca el hombre con el saxofón. Baile, "milonga", saxofón, zapatos de tacón... esto solo lo produce esta pequeña asociación de palabras con el condimento de la pasión de la creatividad que has puesto.
Una historia bella, directa y sin preámbulos yendo al grano.
Con un final soñado por ti. Aquí esta la verdadera literatura para mi.
Que te divierta y te sientas satisfecha de ti misma.
Seguramente tú amigo esta orgulloso y todo el que lee el blog también.
Es una persona afortunada y que te lo agradecerá eternamente.
Notas de Blues para tacones de Tango